Hace más de 10 años leí Blue Ocean Strategy, libro que describe la teoría desarrollada por W. Chan Kim y Renée Mauborgne, ambos profesores de la Escuela de Negocios INSEAD. Esta teoría sigue vigente.
Según el postulado máximo del libro, la estrategia del océano azul es la búsqueda simultánea de diferenciación y bajo costo para abrir un nuevo espacio de mercado y crear una nueva demanda. Se trata de crear y capturar un espacio de mercado no atendido, haciendo que la competencia sea irrelevante. Se basa en la opinión de que los límites del mercado y la estructura de la industria no son un hecho y pueden ser reconstruidos por las acciones y creencias de los actores de la industria.
Kim y Maubourgne dividen el universo del mercado en dos grandes grupos, el océano rojo y el océano azul.
En el océano rojo se encuentran todas las empresas que existen hoy en día, es decir, el espacio de mercado conocido. En los océanos rojos, los límites de la industria están definidos y aceptados, y se conocen las reglas competitivas del juego. En este grupo, las empresas intentan superar a sus rivales para obtener una mayor participación de la demanda existente. A medida que el espacio del mercado se llena, las ganancias y el crecimiento se reducen. Los productos se convierten en productos básicos, lo que lleva a una competencia feroz o "sangrienta". De ahí el término océanos rojos.
En el océano azul se encuentran todas las empresas que no existen en la actualidad. Es una especie de dimensión desconocida. Un espacio libre de competencia. La demanda se crea no se pelea. Existe una amplia oportunidad de crecimiento que es rentable y rápida. Las reglas del juego están a la espera de ser creadas.
De manera por demás simplificada, las empresas que conforman el océano rojo representan la forma tradicional de hacer negocios y controlar los mercados. En el océano azul se tiene un lugar fértil para la innovación, crecimiento, pero, sobre todo, atención de las necesidades de los consumidores que hoy no encuentran satisfacción a las mismas.
El negocio creado en la fertilidad del océano azul permanecerá ahí hasta el momento en que la competencia aparezca, siendo en este momento cuando el océano se empieza a transformar en rojo. Será entonces el momento de volver a buscar la fertilidad del océano azul ya sea como una extensión de la compañía de que se trate, o bien, con la creación de un negocio totalmente nuevo.
Hablando de una extensión dentro de una compañía existente se debe reconocer y aceptar que habrá cosas que modificar para poder permitir el crecimiento hacia el océano azul. Desconocer esto llevará a experimentar el falso ideal del océano azul operando en el océano rojo. Una combinación costosa que, de no identificarse a tiempo, pudiera representar el final de la compañía.
Recientemente hemos sido testigos de cómo diversas industrias han experimentado la Blue Ocean Strategy. El ejemplo por excelencia, sin ser el exclusivo, es la movilidad de personas en las ciudades. El océano azul mostró su fertilidad. En algunos países, lamentablemente, la política (aliado del océano rojo) hizo su parte para bloquearlo.
Lo mismo pasa con otras industrias.
El descubrimiento del océano azul debe continuar. Es una zona infinita. El momento que estamos viviendo es propicio para crear nuevas formas de satisfacer las necesidades de las personas. El océano rojo tratará de mantener el control, pero recordemos que eso es insignificante en el océano azul. Hay que aprender a navegar estos océanos con el valor de abandonar continuamente al océano rojo en busca del azul.
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